Estando en Wawel, el corazón de la real Cracovia, es imposible no visitar la catedral, el templo más importante de Polonia, cuyo impresionante interior simboliza la continuidad de la memoria histórica de generaciones. Es el lugar de descanso de los reyes polacos, héroes nacionales, poetas y el santo patrón de Polonia, San Estanislao.
Durante siglos fue la iglesia de la coronación real. La memoria de este lugar se remonta al año 1000 cuando se estableció el obispado de Cracovia y se construyó el primer templo. A lo largo de los siglos, la catedral cambió de aspecto, los constructores posteriores le añadieron torres y capillas, y el tiempo y la historia inexorables las derrumbaron.
Hoy llama la atención de los visitantes, entre otros, un ataúd de plata con las reliquias de San Estanislao colocadas bajo una cúpula dorada; un crucifijo negro famoso por sus milagros, ante el cual, según la tradición, rezaba Santa Reina Jadwiga en el siglo XIV; numerosos sarcófagos y tumbas de gobernantes polacos; capillas bellamente decoradas de Segismundo, Vasa y Świętokrzyska.
El logro supremo de una visita a la catedral puede ser subir a la Torre Segismundo, desde donde se tiene una vista maravillosa de los alrededores. En su último piso, puedes admirar la campana más famosa de Polonia, que lleva el nombre del rey Segismundo. Zygmunt necesita 12 campanas para balancearse. En el pasado, su sonido saludaba a los niños reales del mundo y se despedía de los gobernantes que se embarcaban en su último viaje. Dice la leyenda: quien toque el corazón de la campana volverá a Cracovia.